domingo, 31 de enero de 2010

Tocando un sueño inalcanzable


Tuve un sueño. Un territorio totalmente blanco y yo vestido de blanco, al costado unos montículos con tierras de colores, en cada montículo un color diferente. Visto de arriba una isla amarilla en medio de la inmensidad del océano. Esa era la visión para luego volverla realidad. Que el agua me cubra, que agua cristalina me purifique, y que sintiendo la vida de los helechos de la zona verde de la isla, me hablen mas que los vidrios de mi soledad. Miré de reojo, habían tres bailarinas temblando vestidas de blanco, con los colores las rodeé y quedaron grabados sus cuerpos en el suelo blanco. No se si estaba sordo para algunas cosas y para otras no, pero desperté con los aplausos del público.

jueves, 21 de enero de 2010

La cerámica de los senos preciosos


Cuando iba a su casa siempre había sol y los atardeceres eran anaranjados, pero de esos pegajosos y con pocas posibilidades de escapatoria. En la noche, Lima era mas amable con nosotros, viendo televisión a pesar de lo poco que le importaba a su familia mi presencia en su sala o comedor. De ese tiempo recuerdo que veíamos contra mi voluntad los culebrones de Marisol Aguirre y su lema "no lo pienses, disfrútalo" acurrucados en un sofá de ubicación equívoca en el comedor, escondidos detrás de los afiches de la pantera rosa que invadían todas las paredes del departamento de su padre. Las panteras rosas eran cómplices de mi presencia y me transportaban a los días que siendo niño la dibujaba y recortaba en mis juegos mas adormecidos por el paso del tiempo.

El inicio de la relación fue confuso, pero teníamos antecedentes en algunas reuniones de poca luz, cuando ibamos a comprar el vino, en un taller del centro de Lima, perdíamos el control bajo el influjo de la música brasileña, al parecer nos poníamos en trance. No creo que haya sido por mi culpa, pero era mejor, por nuestro bien, permanecer abrazados hasta que la realidad nos separase.

Una tarde, lejos de aquel taller que nos enloquecía y en medio de un iluminador intercambio de cervezas en un bar de muy pocos parroquianos se selló un trato de apoyo mutuo con la única coartada de la realidad terrible de estar vivos, cosa que visto desde el hoy se me hace una propuesta correcta. Era cerca del departamento de su padre y en el camino nos dimos cuenta que para efectos prácticos nos habíamos convertido en una nueva pareja de enamorados. Así lo entendimos ambos, de modo que resueltos los asuntos previos, y aún con el dulce efecto de la cerveza, ella me dijo ¿ya te puedo besar?... así empezó su presencia formal en mi vida.

En el departamento de su padre, que era el lugar de nuestros encuentros habituales, llamaba la atención una cerámica que básicamente eran dos senos de mujer perfectamente logrados con brillo y color exquisitos, esta cerámica era para mi algo asi como un trofeo de guerra, el logro del tiempo, la señal de un avance significativo en mi vida, podía representar la mujer en general, la feminidad, el espacio soñado y finalmente conquistado.

Con el tiempo, si bien los días y las noches eran muy buenos, una añoranza se acrecentaba, ¿que será de la vida de mis hermanos a esta hora?, después de algunas punzadas en el alma, vino el nirvana, la ausencia total del tiempo, y la sensación de andar flotando en lugar de ir caminando por las calles de Lima. Mas adelante ya no habían preocupaciones, salvo mis horarios laborales que cada vez me parecían mas cortos e insignificantes. Ella se tomó el trabajo de ordenar todos mis dibujos y lienzos del taller. El tiempo volaba como siempre pero lo importante prevalecía y marcaba la pauta de las horas.

Un día, como todo en la vida, nuestra historia se terminó y regresé a mis eternas miradas a la arena, las hormigas, y las plantas sin ningún asomo de color. En realidad fue una noche fría, distante y nítida, sentados ambos en una banca, bajo un árbol traidor de pequeñas flores blancas.

miércoles, 13 de enero de 2010

El olvido, ese derecho incomprendido


Olvidar, claro, lo estuve pensando en estos días, revisando mis ideas, revisando mis sueños mas interesantes, revisando las escenas imaginadas del pasado y del futuro, revisando incluso las mejores clases que hasta ahora he dictado..., entonces, de pronto me vi con un martillo en la mano dando en el clavo... ya se cual es el clavo, el clavo es la posibilidad del olvido, la posibilidad siempre abierta pero nunca bien reconocida del olvido.

Un episodio final confuso, los días grises de nuestra despedida, esas lluvias delatoras de tu traición, la construcción de una versión falsa en los pasadisos hacia esta soledad actual, y las múltiples variantes, la oficial, la extraoficial, la verdadera, la publicable y la no publicable, la fascinación por el mito o la mentira a secas, no lo se.


Creo que en muchos pasajes de nuestra vida, ponemos una suerte de paréntesis, como para entenderlo despues, para meditarlo con mas calma, para consultarlo con la almohada como se dice, pero ese tiempo cuando llega, tampoco nos sirve de mucho, salvo para echarle arena al reloj del tiempo. Uno se pregunta: ¿qué fue verdad y qué fue mentira? ¿cómo se construyó la versión falsa? ¿qué de falso tiene la versión verdadera y qué de verdadero tiene la versión falsa?

Lo cierto es que el tiempo pasó y los intentos por cambiar las versiones ya fueron inútiles, y quedó claro que mejor era olvidar, y dejar las cosas allí donde se quedaron, congeladas en el tiempo, criogenizadas por el bien de todos, cerradas, clausuradas, tan clausuradas como se cierran los aeropuertos cuando hay alarma de atentados terroristas por aviones secuestrados.

Del secuestro de la verdad natural, arribamos al olvido, a la necesidad de un olvido saludable, sano, reconstructor. Quien te dice que el olvido, a veces, sea la mejor respuesta en tanto que alivia, en tanto que desinflama, en tanto que guarece, en tanto que desinfecta.


Pero no, los psicólogos, esa raza auscultadora y metepata solo conoce de métodos pretenciosos e irresponsables que no reconocen los derechos de la psique humana, por ser derechos aun incomprendidos, un terreno poco explorado, un espacio al fin, tal vez virginal en el ser humano. El territorio del olvido, de la amnesia justificada por todos los actores implicados, una luz roja en el fondo de una calle entre las cuatro murallas del cerebro que permite que todas las demas calles fluyan a gran velocidad. Recuerdo vagamente que debía olvidarte pero ya no se muy bien porqué..., como una foto borroneada o una foto mal tomada, te pregunto ¿comprendes por qué te debo olvidar? ... Hay un cuadro famoso de Salvador Dalí titulado "La persistencia de la memoria" , pero yo recuerdo que cuando estaba en 5to año de Pintura, logré pintar un cuadro titulado "La persistencia del olvido", creo que me refería a esto mismo, a nuestro derecho aún incomprendido al olvido...Olvidemos pues para empezar renovados esta vez...