domingo, 26 de diciembre de 2010

Desde el tablero




Aprendí a jugar ajedrez viendo tableros de casillas blancas y negras en la sala de mi casa cuando era un niño, este juego se me aproximó amistosamente, sin saberlo, casi por ósmosis, ya había aprendido a mover las piezas. Cuánto vale un alfil, un caballo, un peón, una dama o un rey...., ¿cuál de todos es el mas valioso?..
En los días de colegio cada recreo podía visitar la sala de juegos y en un abrir y cerrar de ojos ya había jugado diez o doce partidas... ¿qué tipo de compañero es el ajedrez?
Recuerdo haber jugado torneos en el club de ajedrez de Magdalena y en la cooperativa Arco Iris, cuando los veranos eran casi una leyenda de la infancia. La estricta lógica del juego te ponía en alerta frente al devenir desorganizado de los días y de las noches para la vida de un despreocupado niño...
Visto así, no fueron pocas las temporadas de mi vida dedicadas al ajedrez, recuerdo haber revisado y releido muchas veces los libros de Grau, Pachmann, Nimzovich (autores clásicos del ajedrez) o las revistas "8x8" y "Gambito" estudiando aperturas y variantes especializadas dentro del juego. Cuando ingresé al enorme colegio de los jesuítas me inscribí presuroso al primer torneo interno del 6to grado de primaria, grande fue mi sorpresa al quedar campeón de un interminable proceso de partidas continuadas casi durante todo un semestre académico. Viendo el tiempo que se perdía y que no dejaba prepararme bien para los exámenes, decidí no incursionar mas en ese tipo de torneos internos escolares. Fue recién en 4to de secundaria y con la inminencia del término de mi vida escolar que decidí volver a participar en las eliminatorias internas para ingresar al equipo de ajedrez Adecore. Logré clasificar como 4to tablero para el equipo de mi colegio, los jesuitas de la Inmaculada. Adecore incluye a los todos los colegios religiosos de Lima y tiene unas olimpiadas deportivas hace décadas...
Fuimos campeones Adecore en ajedrez durante dos años consecutivos, recuerdo con emoción las partidas dentro de un recinto cerrado con vidrieras y un público atento integrado por padres de familia y escolares que desde afuera miraba las partidas disputadas con intensidad.
El tiempo pasó y cuando estudiaba artes durante algunas clases aburridas solía jugar ajedrez a escondidas del profesor de turno debajo de las mesas con algún compañero de estudios para hacer llevadera una tarde pesada.

Hace poco, y siempre desde el generoso universo producido y generado por el ajedrez, asistí a unas partidas demostrativas de los mejores jugadores del ajedrez peruano (Granda, Córdova, los hermanos Cori) en el Dibós de San Borja y para mi sorpresa el coliseo estaba totalmente lleno de espectadores, tanto como en un clásico del fútbol entre la U y el Alianza , ví un espectáculo fascinante e inédito, ese público conocedor seguía los movimientos de las piezas a través de dos enormes pantallas gigantes, realmente parecía estar en otro país, parecíamos un pueblo ruso, una mezcla de rusos, españoles y argentinos, pero resultaba ser que era un fenómeno perfectamente peruano y con toda justicia natural, la gente que vi ahí, sentada en las graderías y siguiendo las partidas por las pantallas gigantes era gente que conocía perfectamente el juego y aplaudía las mejores jugadas tal como se hace cuando asistimos a un partido de futbol, de voley o de tenis.
Ese espacio inédito había sido creado por el ajedrez, me pregunto una vez mas, ...¿qué clase de compañero es el ajedrez?...