viernes, 7 de marzo de 2014

la era geológica de las palomas enormes

No se como pasó pero pasó. Amanecí recostado y diminuto en un enorme jardín, el pasto que me rodeaba era tan grande y esbelto como árboles adolescentes. Ya levantado, caminé aún incrédulo y asustado. Más allá unas flores amarillas enormes, creo que eran margaritas,  me daban la sensación de haber viajado en el tiempo, tal vez a otro planeta u otra era geológica.  Al rato encontré una trocha, parecía un camino ya estructurado y fui a dar a una zona de tierra. No puedo creer lo que ví. Dos enormes palomas lilas y de tintes morados parecían mirarme con interés. Se les veía diabólicamente enormes y sus ojos brillantes no me miraban de forma amigable, parecían mas bien cargadas de un instinto asesino. Por un momento las confundí con dos dinosaurios algo torpes de plumas lilas tornasoladas en lugar de escamas verdosas, que intentaban perseguirme. Afectado por el susto, corrí lo mas rápido que pude nuevamente hacía dentro de la jungla de pastos crecidos y desordenados y en mi camino tropecé con un hoyo gris de polvo ceniza. Rodee el hoyo y caminado hacia atrás pisé en falso y no me percaté que otro hoyo me empezaba a tragar. La caída fue rápida en el resbalón, pero prolongada en el viaje de bajada. Había caído en un gran pozo lleno completamente de letras. Letras si, como las que escriben esta historia, letras de distintas formas, tamaños y  fuentes tipográficas. Ese sería un paraíso para los tipógrafos, pensé. Felizmente las letras no tenían vida. Asombrado y extenuado por las impresiones de esa insólita realidad me quedé dormido. Aún en mis sueños luchaba contra los picos de las palomas que me buscaban para capturarme, en mis pesadillas también hormigas enormes empezaban a ocupar el lugar de las gentiles letras que me habían acogido a último momento. Poco a poco empecé a desperezarme, estaba a punto de despertar, solo esperaba que esta vez despertara en mi verdadero tamaño y en una cama que al menos se parezca a la de mi habitación.