sábado, 18 de julio de 2020

dos días en blanco, 2020 dentro de una botella en alta mar...

nadie te ve desde dentro
tenías una urgencia, la de pintar algo
la angustia, los días corridos de desvelo, el desespero, la soledad y la muerte
cielo nublado, las sombras, un ruido en el techo
los dibujos de árboles naranjas, los dibujos de animalitos en el suelo
no es necesario que se aceleren los acontecimientos, para que volvamos al invierno de Lima
quince veces el olor del mar que se respira por las noches
las pisadas, las risas escondidas,
hay todo un mar nocturno nuevamente embravecido, tu sol y tu llanto
doblemente invertido el verano, doblemente invertido febrero
las vacaciones se hicieron largas e inútiles,
las pesadillas eran cotidianas, una mascarilla, la violencia soterrada de las horas, de los días...
un respiro y las mandarinas, un tejido, y el camino de regreso,
un camino de tierra y los arbustos de flores cortas y rojas,
el día que naciste, ya habían puesto tres puntos suspensivos en el cielo
no es raro que ahora las flores no necesiten parecer para ser de plástico
un programa, una guía, un engaño,
hemos regresado al cementerio, las palabras de la tarde fueron profundas,
pero bastaba pintar los escaques del tablero para saber que todo era inexacto,
los alumnos en forma de pantalla, con cuerpo de pantalla, con manos frías y letras sobre el blanco
han pasado los días y las noches, han amoblado el techo con desechos,
se han podrido todas las verduras,
te diría que laves las cortinas, pero pesan demasiado y se romperían
se convertirían en hilachas, en sombras del silencio, en esquinas de un museo enmohecido
los tablones del pasadiso abierto, los tablones del balcón sin baranda,
el techo sin bandera, los ladrillos en el piso del patio, la pared descascarada, un gris que se asoma
siempre el eucalipto nos recuerda las ventanas tapiadas, el pedestal sin cabeza,
 los voces de un tío militar, la pobreza de las bolsas de golosinas,
 la grasa en el piso de la pista frente al jardín
Un día las escaleras se volvieron mas empinadas, un día las escaleras dejaron de ser de cemento,
un día las escaleras se volvieron de arena, y la arena en cerro, y el cerro en desafío de niño
que intenta y no logra la cima, que intenta y tiene que ser devorado por el vértigo y las arcadas
hasta devolver el tiempo,  y los cuadernos y las horas,
los veranos , los circos y las avionetas del cielo
No sigas, no sigas, estamos perdidos, pero tal vez después del cerro, esté la huaca,
y en la huaca los laberintos de cemento gelatinoso, pues una lluvia de abejas de tierra,
que fabrican miel de arena, que se comunican con el mar del otro mundo,
 hacen huequecillos en la loma y conversan entre ellas, y tejen en colores, sobre los cuerpos
No venimos con los huevos, no venimos con las bolsas, hemos fabricado recovecos
hemos urdido la trama de los desvelos,
 hemos fatigado al micromundo, para elaborar otros mañanas,
para cambiar el rumbo de los acontecimientos,
para botar desde la lancha, una botella, con el nombre del gemelo,
con el nombre del perfecto inmóvil, una botella con olor a pasado y cartones viejos
las hormigas han dibujado sobre la pantalla un plano desdoblado y vacío, tu voz y tu silencio...

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