sábado, 26 de agosto de 2017

Ausencia

dónde están tus dedos, los trazos de lápices de colores que hiciste en el cobijo de tus movimientos?
dónde la paz de tu mirada, el brillo de tu sencillez y la soltura de tu abrazo?
han sido apagados los modales ajenos de la lluvia, la ausencia de las calles, la frialdad de los parques
he contado las aves diminutas en el profundo gris del cielo
no me han bastado las heladas palabras leídas tantas veces, aún con las orejas cansadas
he ingresado en mi propio cuerpo, como un explorador con linterna en un túnel infinito, extraño, inerte, buscando algún eco de tu voz
las noches se multiplicaron con el frío distante en los pies, con las letras que jugaban en la pared como insectos que conversan sobre el paso del tiempo
he medido el espacio y también el tiempo, he callado las voces de la nostalgia
una y otra vez, rendida, rota la palabra, ha querido amanecer tercamente
estacionando en la esperanza , un hoyo mas pequeño, en la que se guarde el olvido
el color ha tenido que ingeniarse para ocupar un lugar en tus ojos, en tu ceguera de cariños
no nos hemos perdido del todo, aún las hormigas intuyen un camino de retorno
es la miel de un pasado difuso, borroso, consternado
la madera ha sentido tus pasos, tu música, tu ligero cuerpo, tu gracilidad
pidiendo silencio, ha hablado tu memoria de otros lugares, de savias fluyendo en el calor del verde
he sabido escuchar a tus ojos cerrados, a tus delgados brazos decididos en busca de nuevos caminos
el tiempo nos ha cubierto de hilos estirados, de transparentes distancias, de geografías alejadas
ausencia
en el verde de tu mirada
en la boca que amargamente, intenta llamarte
espacio distante, bloque de cemento. olvido
en el horario de una mañana de un lunes, en la devastación de un largo regreso, en la soledad de un silencio eterno
silencio
en la pequeñez de tu boca
en tu mirada ausente
en tu danza apasionada
en el dolor de un día sin sentido
ausencia
en la frazada crispada  por la humedad de Lima
en las lecturas infinitas para una realidad recortada y oxidada
en la aparente paz de un jardín ordenado
ausencia
de mi propia mirada, de mi cuaderno, de mi dibujo que quiere seguir cubriendo la pared
otro día, sin memoria, sin registro, prehistórico
otro día, con la magia perdida, torpe, ciega a las señales de tu murmullo
otra semana, con la luna en menguante y tu cuerpo en fuga...

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