Ahora que es más fácil buscar y encontrar el lado oscuro de las cosas, ahora que todo se pone en duda, ahora que no se si voy o regreso, déjame buscar en mi recuerdo los pasos olvidados, el brillo de otros posibles futuros, el cansado motor de todos nuestros intentos por construir algo distinto y mejor.
Si los buenos momentos fueron acompañados de pinceles y colores en amables papeles y cartulinas..., qué vivencias iban en paralelo?
Diciembre es un mes de evocaciones afectivas, dejemos que ellas nos embarguen con sus imágenes y sus amores fundacionales. Cuando era niño me repetía a mi mismo que si caminaba mucho mucho un día llegaría al borde de la tierra y tocaría el cielo, y mi curiosidad mayor era saber cómo sería la textura del cielo.
Con las naves espaciales, supe lo complicado que era cruzar el cielo e intentar salir al cosmos, entonces supuse que la textura del espacio y la luna o los astros era como la de los sueños, tanto borrosos como inasibles. Antes el tiempo, cuando me ponía un reloj en la muñeca me parecía un estorbo y rápidamente se convertía en obsesión, ahora en cambio hasta me da ternura ver como se mueven las manecillas de mi reloj de muñeca, salvo cuando voy al trabajo y veo el cielo gris de Lima, entonces, todo se vuelve pesado y rutinario.
La rutina, ese pago que hacemos todos a la realidad por estar vivos y pertenecer a esta sociedad y a este mundo mecanizado y empobrecedor de ilusiones y nuevas proposiciones de realidades alternativas. Si, andamos aplastados por la rutina, es cierto, habrá algo contra ésta?
Ahora que todo está contaminado, hoy que casi no podemos detenernos a reunir nuestros buenos recuerdos y a ponerlos al servicio de otros futuros diferentes, queda la paz de los días feriados como hoy, queda la posibilidad de buscar días de más de 24 horas en la amenzada imaginación de los que un día fuimos sobrevivientes de un mundo menos predecible y tal vez de un mundo de mejores posibilidades creativas y constructivas, la de nuestras historias ocultas en diarios y novelas cortas de otro planeta y tal vez de otro tiempo, en los juegos y en la esfera de los sueños, en el mar insondable de la música y del arte , aquel territorio que nos acusa de haber sido partícipes de alguna pérdida, tal vez más importante de lo que parece a primera vista, tal vez la pérdida más importante de toda esta historia, nuestra olvidada inteligencia.
Si los buenos momentos fueron acompañados de pinceles y colores en amables papeles y cartulinas..., qué vivencias iban en paralelo?
Diciembre es un mes de evocaciones afectivas, dejemos que ellas nos embarguen con sus imágenes y sus amores fundacionales. Cuando era niño me repetía a mi mismo que si caminaba mucho mucho un día llegaría al borde de la tierra y tocaría el cielo, y mi curiosidad mayor era saber cómo sería la textura del cielo.
Con las naves espaciales, supe lo complicado que era cruzar el cielo e intentar salir al cosmos, entonces supuse que la textura del espacio y la luna o los astros era como la de los sueños, tanto borrosos como inasibles. Antes el tiempo, cuando me ponía un reloj en la muñeca me parecía un estorbo y rápidamente se convertía en obsesión, ahora en cambio hasta me da ternura ver como se mueven las manecillas de mi reloj de muñeca, salvo cuando voy al trabajo y veo el cielo gris de Lima, entonces, todo se vuelve pesado y rutinario.
La rutina, ese pago que hacemos todos a la realidad por estar vivos y pertenecer a esta sociedad y a este mundo mecanizado y empobrecedor de ilusiones y nuevas proposiciones de realidades alternativas. Si, andamos aplastados por la rutina, es cierto, habrá algo contra ésta?
Ahora que todo está contaminado, hoy que casi no podemos detenernos a reunir nuestros buenos recuerdos y a ponerlos al servicio de otros futuros diferentes, queda la paz de los días feriados como hoy, queda la posibilidad de buscar días de más de 24 horas en la amenzada imaginación de los que un día fuimos sobrevivientes de un mundo menos predecible y tal vez de un mundo de mejores posibilidades creativas y constructivas, la de nuestras historias ocultas en diarios y novelas cortas de otro planeta y tal vez de otro tiempo, en los juegos y en la esfera de los sueños, en el mar insondable de la música y del arte , aquel territorio que nos acusa de haber sido partícipes de alguna pérdida, tal vez más importante de lo que parece a primera vista, tal vez la pérdida más importante de toda esta historia, nuestra olvidada inteligencia.
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