En la penumbra que silenciaba la noche y su devastadora tristeza hacia las alargadas habitaciones que eran casi celdas de aquel lugar, había un foco amarillo encendido como un faro acusador, que era la aguja atravesada en la lengua, el adiós a la calma, el azul de la soledad que no termina de caer. ¿ qué otros pedazos de un Perú agusanado por la corrupción y la decadencia creciente se caían simultáneamente a esta misma hora?...
Los días eran idénticos todos, como martillazos al cerebro el efecto de las pastillas te ponían en un estado de suspensión, de eterna espera, esa esperanza de color sepia. No hay salidas para el abandono, cuando se ha llegado demasiado lejos, solo el tiempo que bate en el secundero.
Una mirada afiebrada, tu voz inerte, tus párpados demasiado viejos para creer en confesiones extemporáneas, la música de un espacio olvidado o inadvertido, el peso de no haber sido declarado o puesto en vigencia, las oportunidades ya perdidas, la muerte como consejera de los actos y lo insólito.
Estás a un tiempo de aqui, o tal vez a dos tiempos.
Demasiadas palabras para un tablón lleno de clavos, tu y tus propósitos de futuro no menguante y las butacas de un cine reciclado, ojalá se abra de par en par un espacio en la vida, suerte.
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