una mirada al arte desde el arte
El arte es un territorio enorme, que siempre se expande mas, es un territorio amable que sabe acogernos a todos, esta ahi esperando para que nosotros podamos crecer, el arte es un territorio autónomo, infinito en su crecimiento desde distintas entradas o salidas, el territorio en el que respiramos, en el que habitamos, por eso es nuestro espacio sin final, nuestro gran espacio humano.
Lo he encontrado desde niño en los dibujos que hacía de los objetos de mi primera casa, lo he visto cuando empecé a ir a mis primeras actividades culturales. Desde la danza moderna que veía con fascinación, el cine, el comic- había que ver los movimientos dibujados de batman y fantomas, el arte urbano del graffiti y sus letras toscamente coloreadas, la pintura de caballete- a la que temí cuando pintaba con puros colores apastelados, el video-arte que intento siempre redescubrir, el arte electrónico- que creo es mas social en sus entrañas, la escultura-cosas del cuerpo y su espacio, el arte conceptual y los placeres del razonamiento, la performance y la emoción del instante-acontecimiento, el instalacionismo, la música y su eternidad, el teatro-esa inigualable experiencia de comunicación y otras maneras de hacer arte aun por nombrar o encontrar, estamos transvasados de arte en todo tiempo y lugar, felizmente asi es y asi ha sido.
Cuando en 1987, los alumnos que cursábamos el 4to ciclo de estudios en la facultad de arte nos trasladamos a la 3ra bienal de Trujillo, descubrimos manifestaciones del arte que aún no estaban en nuestras coordenadas: recuerdo una instalación de J.E. Eielson en una sala llena de arena e iluminada con focos azules, descansaba una escalera y una silla suspendida en una de las paredes, algo que nos dirigía una sugerencia de mar y de cuerpo ausente. Dormir en la playa de Huanchaco en la noche completa de una promesa de arte era algo que bien merecíamos los que viajamos. ¿ Qué hacía una avioneta en una de las salas de la Bienal? ... era el homenaje de Gastón Garreaud al aviador Jorge Chavez en la forma de una réplica de su Bleriot. También recuerdo una pequeña esculturita de Piqueras que asomaba por todos lados en alguna sala de esa Bienal.
Estabamos en 2do año de estudios de Artes Plásticas, lo que conocíamos de las galerías de arte de Lima, eran muestras pictóricas digamos bastante formales.
La Bienal de Trujillo traía un aire experimental interesante para nosotros y a la vez efímero: se complementaba con un Festival de danza que se organizó paralelamente en aquel contexto y que fue como una ampliación del menú del arte: la expresión del cuerpo, la luz, el movimiento y el color en las coreografías y la composición visual sobre el escenario. Creo que eso hacía la experiencia diferente, el arte ampliado, la libertad de la experimentación. De esa Bienal han transcurrido 22 años. De retorno a Lima, volvimos a la oferta normal de las galerías de arte: exposiciones formales de pintura y escultura de diferentes artistas pero digamos que siempre en un formato mas o menos estándar.
En el circuito del arte local hay un momento en que sucede un cambio, pues si hoy visitamos galerías de arte nos encontramos con una abundancia de instalaciones, de video arte, arte electrónico y performance. Entonces, la pregunta es: ¿en qué momento sucede este cambio?
A fines de los años 90's, hay un cambio en la producción artística de los jóvenes egresados de las escuelas de arte de Lima. Todo se inicia con una inocente convocatoria para la realización de banderolas en el contexto de los Festivales de Lima, que luego mas adelante derivaría en la convocatoria para la 1ra Bienal de Arte Iberoamericano de Lima de 1997, ya con Luis Lama en la coordinación del evento. De pronto en los espacios de la Bienal de Lima abundaron las instalaciones, los video-arte y las peformance (en vivo o en registro de video): la sensación de experimentación vivida en Trujillo de 1987 reverdeció, ese momento fue la ruptura formal con lo anterior, hay un antes y un después de la Bienal de Lima de 1997 en las artes visuales en nuestro medio. He querido de manera deliberada no hacer mención a los contextos políticos y de violencia interna del Perú, pues los entiendo como un lugar común y un recurso ya muy manoseado.Han transcurrido 12 años desde la 1ra Bienal de Lima de 1997. Quisiera ver de cerca el fenómeno artístico actual con sus formas mas presentes en los espacios de exhibición, ver la expansión del extenso territorio que es el arte. En aquel momento fui directo asistente pues como guía de la Bienal tuve todo tipo de público al que orientar durante los dos meses que recibí ese encargo: la sensación que el Perú era una ratonera y que habíamos destapado el tunel que la cubría en lo que arte se refiere. Esta imágen fue para mi, exactamente lo que estaba pasando : la presencia de artistas españoles y de artistas y críticos latinoamericanos de arte, nos presentaron ese ámbito internacional que nuestro pequeño techo no nos permitía visualizar.Es un momento clave en el cambio que se produce en las galerìas de arte y en otras instituciones vinculadas al arte en el Perú. Entre los productores y los críticos de arte local y el sistema artístico internacional hubo una suerte de puesta al día conjunta. Un ajuste de procesos para fuera y para dentro. En el año 2002 fenecen las Bienales de Lima como plataforma local-internacional pero no por eso fenecen los nuevos lenguajes visuales experimentados en estos eventos. Esto solo en el plano artístico, pero veamos que pasó en otros planos: en la educación sobre el arte del público asistente a las Bienales de Lima sucedió tambien una ruptura con lo anterior. Muchas veces nuestro pequeño sistema artístico se convierte en un gueto o una burbuja de la que nadie sale ni nadie entra. Y el gran público ni se entera de su existencia, hay personas que creen que para entrar a una galería de arte deben pagar su entrada como se hace en los museos, esto se traduce en una realidad estancada: un público que no tiene ninguna formación en lo que al arte se refiere, son analfabetos del arte, a los que hay que educar, ahi una de las funciones negadas de las bienales de arte en general: la formación en arte de un público nuevo.La educación en arte de un público nuevo es una tarea permanente en el Perú, es el empezar siempre de cero que se hace necesario en nuestro medio, es una tarea cotidiana, que la veo en todo lugar en el que he emprendido el dictado de un curso de arte, sea en fundamentos visuales, en historia del arte o en una visión ampliada del arte. Y hay que tomar con responsabilidad esta tarea, es muy fácil siempre refugiarse en un pequeño sistema de arte local, en su burbuja y no querer ver el inmenso territorio del arte y el inmenso público que ignora por falta de educación lo que puede significar el arte para su vida y para su formación como ser humano. El mundo actual plagado de solipsismo, no obstante el manejo de la tecnología y las comunicaciones inmediatas se percibe cada vez mas impersonal, mas violento, mas masificado y a la vez mas egoísta que nunca.En julio del año 2000, en el contexto de la llamada "marcha de los cuatro suyos" se quemaron junto a la infraestructura del Banco de la Nación de Lima a manos de los agentes montesinistas camuflados, dos lienzos de pintura indigenista: un desnudo al óleo de José Sabogal y una pintura de Julia Codesido, pero nuestro pequeño sistema artístico apenas fue escuchado. Era un contexto político dramático y polarizado como solemos caer cada cierto tiempo en nuestro país.Hay una brecha enorme entre una ciudadanía ya formada en arte y un público nuevo al que hace falta educar y enseñarle a valorar nuestro patrimonio artístico y cultural, es muy fácil cerrar los ojos y encerrarse en guetos. La pérdida de estos lienzos cayó justo en medio de esta brecha.Pero que no sea esta nuestra opción: la construcción de un mundo mezquino, mecánico e inerte, sino antes bien, como artistas, como educadores, como ciudadanos y como habitantes de ese infinito territorio que es el arte, mostremos caminos hacia esa amplia frontera que nos anuncia ese enorme territorio de experimentación que el arte nos entrega a manos llenas y nos puede devolver en parte la identidad olvidada de seres humanos vivos que vamos desgastando y deteriorando día tras día.
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Hace 5 años
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