miércoles, 20 de mayo de 2015

sumergido en el Arte de la Antigüedad Peruana y Latinoamericana

Por estos días y ya desde algunas semanas atrás, mis lecturas han dado un giro inesperado. Me he dado cuenta que la experiencia de la realidad también se torna diferente al compás de las lecturas que uno acomete, nunca lo había percibido con esa claridad. A raíz de mis estudios de posgrado me veo sumergido en lecturas diversas, todas dedicadas al arte precolombino tanto en el Perú como en Mesoamérica y otros lugares de nuestra América.
La sensación es extraña, algo árida y solitaria: se trata de ir descifrando signos del pasado en el devenir cotidiano y presente. Siento como si tragara tierra, la magia de las piedras labradas de los templos mayas se me entremezclan con las caminatas imaginarias por los espacios abandonados del templo de Pachacámac en el valle de Lurín.
Un color sepia y diluidos tonos tierras van poblando mi imaginación, las lecturas van trazando su derecho de existencia en las calles de mi urbanización, a ratos de forma inadvertida aparecen las líneas escritas por el  Inca Garcilaso de la Vega dibujando los caballos de los hispanos con sus trajes de metal y lenguaje rebuscado antiguo lleno de recovecos y circunloquios para contar las hazañas de indígenas y resistencias de los avezados conquistadores en sus luchas y husmeos por la Florida en la zona alta y norte de América.

En ese gran teatro de mi mente, de pronto estallan a manera de ajedrez en dibujos animados las escaramuzas y guerras narradas por Garcilaso en "La Florida del Inca", lo que era una indudable derrota, al rato, líneas mas adelante en el libro se convierte en una sonora victoria. El misterio del encuentro de dos mundos totalmente diferentes , sus desencuentros, malentendidos y desconfianzas, en un solo libro nos hacen revivir la incertidumbre de lo desconocido. Pudo ser así, pudo ser también diferente, ¿es la historia un laboratorio de variantes al infinito?



Luego el viaje al pasado se tornó mas arqueológico, ¿no son espejismos los extraordinarios mantos paracas, las brillantes cerámicas nasca, los bellísimos templos mayas o toltecas ? Las noticias de todos estos restos arqueológicos solemos tomarlos como cuentos creados por nuestros profesores del colegio de la infancia, con la misma consistencia que los cuentos de Perrault o de Hans Christian Andersen.
Con el paso de los días y la insistencia de las lecturas que van dando vueltas a los temas de este maravilloso arte de nuestros ancestros, vamos creyendo finalmente que las evidencias no nos dejan lugar a dudas, debajo de esta tierra que pisamos aún un pasado guarda sus secretos, aún misteriosos signos en las templos enterrados de Mesoamérica y del Perú quieren narrarnos una historia olvidada pero verdadera. ¿Cuánto de lo que sabemos de nuestra historia pasada es sólo una parte y cuánto algo nuevo por descubrir ? .
Es esa sensación de cielo gris limeño que se refleja en toda la ignorancia que aún nos cubre como una nube de polvo y arena antes de arribar a las verdaderas historias de nuestro propio árbol genealógico que culturalmente trazamos desde el pasado costeño, andino, amazónico hasta nuestros días y su gran magia tecnológica.