jueves, 10 de enero de 2013

mágica

Ella sabía jugar a la poesía y las coincidencias, por eso cada día nos escribíamos y leíamos afiebrados nuestros textos, entre clase y clase de pintura, el sol anaranjado de la tarde se prolongaba mas por esos días, inconforme por tener que irse, himnotizado totalmente por el ritmo de nuestros versos. Por la noche el tamaño de la flama de las velas encendidas eran un coro de palabras en lenguaje cifrado, tan obvio que casi hablaban en mi habitación.
 El hechizo iba in crescendo, una tarde mientras caminábamos por los jardines de la universidad, nos perseguían los elementos de la naturaleza en parejas, dos libélulas volando juntas, dos pequeños gorriones  que parecían uno y hasta dos moscas se las arreglaban para volar pegadas, las hojas de los árboles nos caían en la cara ya con bochornosa decisión...

Como los naipes en el piso, como las señales que se cansan de darnos luz verde, no podía haber mas arte en nuestras vidas, bastaba tomar una cerveza para saber que la armonía estaba de nuestro lado. En la plenitud de  la magia del arte supe que Lima si se comunicaba con nosotros en su cielo, en sus melancolías y en sus más íntimos deseos  hasta que la belleza estallaba al caer la noche, para decirnos al oído que siempre es posible una nueva vigilia y un nuevo comienzo.

En sus ojos y en su voz, repetida infinitas veces, supe de la calma y la fragancia de un futuro mejor.